“El engaño a los demás casi siempre tiene sus raíces en el engaño a nosotros mismos … Cuando somos honrados con otra persona, se confirma que hemos sido honrados con Dios y con nosotros”
Creemos que hemos conocido el amor de Dios, pero no podemos amar al vecino, consideramos que nuestra relación con Dios va creciendo, pero no sale de nuestro corazón decir un “Buenos días, Dios le bendiga” a quien vemos diariamente
El engañarnos en estos aspectos solo hace que nos detengamos a una comunión real con Cristo Jesús
El Amor de Dios en nuestras vidas no es solo en las partes que nos agrada, sino en todo momento. El permitir que nos moldee y comprender su gracia, es saber que nos da lo que no merecemos, amor. Con ello en nuestras en mentes y corazones, amaremos inclusive a quienes no lo merecen. Iniciando con nosotros sin engaños