Todos sabemos que Cuaresma es un tiempo de conversión. Hay mucho mal en el mundo. Y tenemos conciencia de que también hay mucha maldad en nosotros mismos. Éstas son ciertamente razones para un cambio. Pero la razón más profunda para la conversión no es el mal que percibimos en nosotros mismos y a nuestro alrededor en el mundo. El último y más profundo porqué para la conversión es Dios mismo: Encontrar personalmente a Dios y su amor. Nuestra fe en Dios y en su fidelidad hacia nosotros, y la bondad que nos mostró en Cristo son los motivos más profundos para arrepentirnos y para responder a su santidad.Si vivimos pisando firmes con los dos pies en tierra, no podemos menos de ver que vivimos en un mundo que no es exactamente el mundo soñado por Dios. No somos el pueblo en el que Dios sueña y al que nos llama; muchas situaciones y estructuras necesitan cambio; y mucha gente vive en la miseria y en la opresión. Necesitamos conversión; el mundo que nos rodea la necesita. Porque conversión significa cambiar nuestras estructuras y, sobre todo, nuestra forma de vida, volviéndonos sinceramente a Dios y a los hermanos. ¿Estamos realmente dispuestos e incluso deseosos de cambiar?
Pbro. Jair Limón Xicoténcatl
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.