Vivimos en una era de explosión en comunicaciones: E-mail, Internet o web, y así sucesivamente. Y al mismo tiempo, vivimos, en una edad de aislamiento y de soledad. Lo que la gente tiene de sobra es información, y lo que va perdiendo progresivamente son relaciones personales. En este culto le pedimos al Señor que abra nuestros oídos, para que de nuevo sepamos escucharnos unos a otros y también a Dios, que constantemente nos están hablando. Y que también aprendamos a hablarnos unos a otros, de persona a persona, cordialmente, de corazón a corazón.La señal de que Jesús es el Salvador prometido es que se acerca con preferencia a los pobres, a los enfermos, a los marginados, porque le necesitan más que nadie. No solamente nos referimos a la pobreza material. Nosotros somos los sordos y los mudos, los tartamudos y los que tenemos oído duro, porque nos encerramos en nosotros mismos, cerrados con frecuencia a Dios y a los otros. Jesús viene a abrir nuestros oídos y nuestros corazones a las palabras y acciones de Dios, para que escuchemos su mensaje y respondamos a su amor, y para que también oigamos a los pobres y les hablemos por medio de nuestro servicio y ayuda. Que Jesús durante el culto nos cure y nos dé la gracia de entregarnos generosamente a él y a su pueblo.
Presbitero Itinerante
Jair Limón Xicoténcatl
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