Comunión

“¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!”

Salmos 133:1

 

Quizás aún no hemos comprendido lo que hacemos cuando participamos del Sacramento de la Santa Comunión. Quizá nos ha sido complicado, o simplemente no hemos pensado en su valor y significado … pero la siguiente historia puede ayudarnos a la comprensión del asunto.

“Esta era un cárcel, donde al toque de diana, se levantaban todos. Nadie había pegado los ojos en aquel inmenso lugar. Los presos habían estado de platón hasta la madrugada después de una jornada de palizas y amenazas de fusilamiento, y corrían rumores de exterminio. Un preso recién llegado, que todavía no había perdido la cuenta de los días del calendario, informó: – Hoy es domingo de pascua. Los cristianos se pasaron la voz. Había que celebrar.

En dicha cárcel estaba prohibido juntarse. No se permitía ninguna clase de reunión. Aquellos presos habían aprendido que las prohibiciones no eran ningún chiste. Pero había que hacerlo. Los demás presos, que no eran cristianos, ayudaron. Algunos vigilaban las puertas de las rejas; otros formaron un anillo de gente que iba y venía, caminando como al descuido alrededor de los celebrantes. Y al centro ocurrió la ceremonia. Miguel susurro algunas palabras. Evoco la muerte y resurrección de Jesús, que anunciaba la redención de todos los cautivos. —Jesús había sido perseguido, encarcelado, atormentado y asesinado – dijo – pero un domingo como este hizo crujir los muros, y los había volteado, para que toda prisión tuviera libertad y toda soledad tuviera encuentro-.

En esa cárcel no había nada, No había pan, ni vino, ni vasos siquiera, fue la comunión de las “manos vacías”. Miguel ofreció al que se había ofrecido: ¡Comamos! – susurro -. Este es su cuerpo. Los cristianos se llevaron la mano a la boca, y comieron el pan invisible. -¡Bebamos! Esta es su sangre-. Y alzaron la “ninguna” copa, bebieron el vino invisible. Después de esto se abrazaron.”

Podríamos ante esta historia, decir con la escritura, “El que tiene oído para oír, oiga” para que aprendamos a amarnos y a vivir en comunidad, en comunión con Dios y con las personas, y que Dios bendiga abundantemente nuestra vida y nuestros lazos de unidad y amor.