La celebración de 46 años de la Iglesia es celebración, no porque sea lindo tener esta celebración, sino porque son 46 años de comunión y encuentro. De adoración y de escuchar la Palabra, de testimonio de que Dios habita en su pueblo que se reúne en este lugar y que puede por su poder hacer cosas maravillosas en las vidas de sus hijos. Este es el ofrecimiento y la promesa siempre pres
ente para todos. Por ello este momento es Especial, porque reconocemos que Dios ha estado en esta comunidad desde sus iniciadores que pusieron su amor, entrega y compromiso para servir a Dios; ellos no miraron a quien servían, solo edificaron la iglesia y el templo donde hoy alabamos y adoramos a Dios. Dios vive y quiere vivir en éste su pueblo. En cada uno de nosotros. Como un cuerpo donde no haya algunos que se consideran ladrillo en la pila, esperando ser construidos, sino donde cada uno tenga su lugar y pueda hacer su aporte al resto del edificio. Hacer un llamado al miembro alejado o tibio. Como una construcción abierta, donde siempre se pueden agregar más ladrillos. Dios quiere vivir en éste pueblo y también en todos los que están sin Dios. Las construcciones de piedra y cemento dejan inevitablemente gente fuera, pero la construcción donde Dios quiere habitar siempre buscará integrar a otros que puedan compartir la misma alegría, fe, esperanza y amor ( Ef 2: 19-22). Dios siempre hace un llamado al Hno(a), Jov y niño que está en la iglesia. Este llamado de Dios es para cada uno de quienes estamos hoy aquí. Evita pensar que este llamado es para el que esta “allí y no para mí” él quiere habitar en sus hijos y buscar integrarlos en unidad siendo un solo cuerpo en Cristo para continuar proclamando el Evangelio. Por tanto pongamos nuestra confianza en Dios y sigamos edificando (1Pedro 2.5; Lc.6.48).