Nuestro amado Jesús, nos hace una invitación, cambiar de vida. Esta vida es temporal, entonces, ¿porque no ser como Dios quiere que seamos? Nuestro Padre quiere, que todos sus hijos sean como Jesucristo, que seamos hombres buenos, generosos, santos, amorosos con todos nuestros hermanos.
Todos somos pecadores, somos fáciles de tentarnos, se nos hace difícil caminar hacia la santidad, pero debemos estar atentos, porque el pecado nos aleja de Dios. Pero el Señor nos regala este tiempo, de perdón, de reconciliación, de reencuentro, de revisar nuestra vida. Por tanto, limpiemos nuestro corazón, expulsando de nosotros las odiosidades, los rencores, las envidias, los enojos, la crítica, es decir todo lo que se opone a nuestro amor a Dios Padre, nuestro amor a Dios Hijo, a nuestros propios hermanos.
Nuestra Iglesia nos invita a vivir en el amor de Jesús, orando, escuchando la Palabra de Dios, meditándola siendo hacedores de ella y no solamente oidores.