En este momento de angustia y de guerra en que muchos hemos pensado en el fin del mundo o de la vida, Dios nos dice en su palabra que El es el principio y el fin… El fin de la vida cristiana es vivir intensamente el misterio Pascual, ministerio que celebramos en el acto central de nuestra liturgia. La cuaresma no es un tiempo sombrío y triste propia de una espiritualidad evasiva. La Cuaresma es la oportunidad de mirar a nuestras vidas, encontrar las zonas desérticas y crecer en la esperanza de que el desierto puede florecer. La Cuaresma es tu tiempo con Dios. Tiempo para desnudarte de tus afanes, de revisar tu vida, de adquirir el equilibrio cristiano, de rehabilitarte con fuerza y el optimismo de Dios. Es el camino a la Pascua de liberación con Cristo. La Cuaresma es tu tiempo con Dios. Aprovecha estos momentos en que el fuerte llama a la guerra pero tu oración llama a la paz. La vida del materialismo consumista nos ha llevado a menospreciar los valores del Reino, a disociar la fe de la vida, a olvidar que el hombre no vive solo de pan sino también de la palabra de Dios. En el fondo es la lucha del “ser” SOBRE EL “TENER”.