Las comunidades cristianas desde el inicio tuvieron conciencia de la magnitud de la tarea a la que se enfrentaban. La experiencia del resucitado les llevo rápidamente a descubrir que debían superar los límites de las comunidades palestinas y lanzarse a la misión universal; debían dar prioridad a la construcción de las comunidades y dejar a un lado la tentación de construirse edificios; debían enfocarse sobre los grupos excluidos y marginados y dejar de lado los centros de poder; debían asimismo retomar las opciones fundamentales de Jesús y hacerlas vida en todos los rincones del imperio. Por eso, las exigencias para seguir a Jesús se fueron formulando con una claridad y precisión asombrosa en cada comunidad. Los contenidos fundamentales se fueron adecuando a cada contexto histórico y cultural, pero sin atenuar las características esenciales del mensaje.
Por tanto, no debe sorprendernos que Mateo nos diga con tanta “dureza” las exigencias del seguimiento de Jesús. El evangelista retoma las tradiciones del evangelio y las actualiza de acuerdo con el leguaje y necesidades de su comunidad. Sus palabras hieren, como el antiséptico sobre la eterna llaga, pero tiene una virtud medicinal: nos liberan de nuestros prejuicios y apegos.
Cuando Mateo nos dice que quien ama más a sus parientes que a Jesús no es digno de él, nos revela un problema de su comunidad. El pueblo judeocristiano, tiene una estima desmesurada por los de su propia sangre. Un afecto que fácilmente se convierte en apego paralizante.
Pastor Uzi Castañeda Morales