Jesús, el pan de vida

La gente come pan para saciar su hambre y para mantener su vida física. Podemos saciar el hambre y mantener la vida espiritual únicamente si mantenemos una adecuada relación con Jesucristo. Con razón decía Jesús que Él es el Pan de Vida. Pero el pan debe comerse para mantener la vida y a Cristo debe invitarse a entrar a nuestro diario andar para mantener la vida espiritual.

Los líderes religiosos murmuraban (Juan 6:42) porque no podían aceptar la declaración de la divinidad de Jesús. Solo lo veían como el carpintero de Nazaret. Se negaron a creer que Jesús era el Hijo divino de Dios y no toleraban su mensaje. Muchas personas rechazan a Cristo porque dicen que no creen que sea el  Hijo de Dios. En realidad, lo que no pueden aceptar, son las exigencias de lealtad y obediencia que les hace Cristo. De modo que para protegerse del mensaje, rechazan al mensajero.

Dios, no el hombre, juega el papel más activo en la salvación. Cuando alguien decide creer en Jesucristo como Salvador, lo hace únicamente respondiendo al mover del Espíritu Santo de Dios. Él pone en nosotros la inquietud, nosotros decidimos si creer o no. Nadie puede creer en Jesús sin la ayuda de Dios.

Jesús, que es mucho más grande que Moisés, se ofrece como pan espiritual del cielo que satisface plenamente toda necesidad nuestra y conduce a la vida eterna.

Pbro. Isaías Ramos Corona

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